Fake news, ¿a quién le creemos?

Creer como verdadera información falsa es bastante común en todo el mundo y se ha visto que no depende necesariamente del nivel educativo, de desarrollo o formativo. Los estudiosos del tema han observado que en la actualidad, tiene una mayor relación con las cámaras de eco, las burbujas informativas, el uso de sesgos cognitivos para influir en las audiencias y por supuesto con la falta de pensamiento crítico.

La Agencia de Investigación de Mercados IPSOS Global Advisor realizó un estudio en 2018, el cual aplicó a 26 países para comprender quiénes eran más propensos a caer en las trampas de las fake news. La agencia generó un ranking y descubrió que hay ciudadanos que caen más que otros en las noticias falsas: brasileños (67%), sauditas (58%), surcoreanos (58%) españoles (57%), peruanos (57%), suecos (55%), polacos (55%), belgas (45%), alemanes (43%), franceses (43%), británicos (33%) o italianos (29%). México no participó en este estudio. Sin embargo, los datos que arrojaron distintos estudios de este tema durante la Pandemia, situaron nuestro país como uno de los principales generadores de noticias falsas de este tema.

La democratización de la información y del internet, han llevado al surgimiento de plataformas, canales, revistas, medios, generados por prosumidores que, al igual que los medios, tienen su propio punto de vista de la realidad y buscan participar en la construcción de lo que sucede en el entorno. Desafortunadamente, la forma en que la audiencia y los prosumidores consumen la información hace que cada vez sea más difícil ver una foto de la realidad.

La forma en la que consumimos la información hace que veamos solo cortes específicos de una realidad. Esto porque la mayoría de las personas consumen la información normalmente a través de un feed o de una sección de noticias de una red social, que está basada en un algoritmo que les muestra información relacionada con lo que les agrada, o que está relacionada con información que consumen personas con las que se relacionan, son parecidas o con las que más interactúan en las redes sociales. También es común que el consumo informativo sea a través de un grupo de Whatsapp o de un feed compuesto por personas muy similares a ellos. Todo esto genera cámaras de eco, burbujas informativas y desafortunadamente, polarización en la sociedad.

Por todos estos motivos -y más-, se vuelve cada vez más difícil identificar las noticias falsas. Sin embargo, es posible aprender a identificarlas. La información engañosa o explícitamente falsa requiere que el origen de la información sea falso, que la fuente no sea la correcta (es imprecisa la información), que los hechos o datos sean falsos, que la fuente y/o el contenido estén enmascarados o manipulados para parecer una cosa que no son (saber manejar las zonas grises de la información), también implica no dar toda la información (la verdad a medias, por ejemplo), o simplemente que sea falso todo y ya.

Comparto pues a continuación algunas claves para analizar la información que llega a nuestras manos a fin de que podamos juzgar la veracidad de los contenidos que recibimos:

Revisar la fecha de publicación.
Verificar la plataforma en la que se está compartiendo la información. Es importante revisar que sea un sitio con reputación, si aparenta serlo, es clave revisar que no sea una copia de alguna plataforma o medio original.
Revisar la fuente de la información. Si hay datos duros, es importante verificarlos con fuentes de autoridad en el tema.
Si la información aparenta ser real, no está de más verificar si está publicada otras fuentes de información con reputación.
Revisar que la publicación tenga un autor. Si tiene autor, revisar quién es.
Preguntarse a sí mismo, ¿esto resuena con alguna información previa que se tenga de el tema?
Hacernos estas preguntas puede ayudarnos, pero desafortunadamente no podrá evitar que en ocasiones caigamos en noticias falsas. Las nuevas tecnologías, los algoritmos de referencia, los deep fakes, la profesionalización de la propaganda y el perfilamiento traen nuevos retos a nuestra y las próximas generaciones para distinguir la realidad de la mentira. Desarrollar el pensamiento crítico y otras habilidades que permitan diferenciarlas será cada vez más relevante en nuestra sociedad hiperconectada.

*La utora es profesora de la Licenciatura en Gobierno y de la Maestría en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Panamericana. Licenciada en Comunicación y Maestra en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Panamericana. En World Youth Alliance Foundation fue directora de la oficina de América Latina y el Caribe y posteriormente, Social Media Consultant para HQ en Nueva York. Es socia fundadora y Business Development Director de la agencia de comunicación Saxum Media -Online Reputation Agency, así como de Wombat Accelerate. Blogger y emprendedora.

Twitter: @yuyisvg

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